domingo, 25 de abril de 2010

CENTENARIO NACIMIENTO MIGUEL HERNÁNDEZ. SERIAL CAPÍTULO 2. LOS INICIOS

Su primera incursión literaria como joven poeta se fecha hacia 1925 y es fiel reflejo de su compromiso con la sencillez del mundo rural que le rodea, el monte, el paisaje, los animales, la huerta, los árboles…. Es una poesía colorista, barroca, de clara influencia gongorina. Su expresión poética es la de un abanico de color, una especie de arco iris literario que se inspira en todo aquello que le rodea. Miguel comienza publicando versos en revistas y diarios locales, como “El Pueblo de Orihuela”, “Voluntad” y “Destellos”, y posteriormente en el diario La Verdad de Murcia, donde publica su primer libro poético con el apoyo moral y literario de su amigo Ramón Sijé (Pepe Marín) y financiero del sacerdote Luis Almarcha (425 pesetas de la época). En 1931, la ciudad de Elche (Orfeón ilicitano) le concede su primer y único premio poético, y a finales de dicho año realiza su primer desplazamiento a Madrid, llenó de ilusión, inocente esperanza y necesidad de aventura. El fracaso de este primer viaje le obliga a volver al pueblo con la desilusión debajo del brazo, pero con la certeza de que la poesía es en su vida un camino sin retorno. En 1933 publica Perito en Lunas, que no obtiene el respaldo esperado, y a partir de 1934 visitará Madrid en varias ocasiones, hasta establecerse allí en 1935 en busca del reconocimiento que se le resiste, conocedor de que es en la capital donde se concentra la flor y nata de la literatura del momento. Ya había conocido con anterioridad a Federico García Lorca, e irá conociendo en la capital a Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, pero todavía arrastra la influencia católica de su amigo Sijé, y su producción literaria mantiene un marcado acento religioso. En otoño de ese mismo año inicia oficialmente sus relaciones con Josefina Manresa.
En esta época, entre 1933 y 1935, Miguel publica en la revista madrileña “Cruz y Raya”, de José Bergamín, y en la oriolana “El Gallo Crisis”, que dirige su amigo Sijé. Escribe el auto sacramental “Quien te ha visto y quien te ve, y sombra de lo que eras”, inspirado por la espiritualidad de Calderón, pero, después de varios viajes a Madrid, pronto empieza a asumir como propia la influencia literaria e ideológica de Neruda y de “La Escuela de Vallecas” (la pintora Maruja Mallo, y los artistas Benjamín Palencia y Alberto Sánchez).